Cuaderno de Bitácora Piscis Diving, 17. Mayo. 2005:
Hola buzos,
El fin de semana amaneció con cielo limpio y despejado. La temperatura invitaba a bucear. La mar calma. La visibilidad hasta los 18 metros de profundidad no superaba los diez metros y a partir de ahí el agua clara y azul invitaba a relajarse viendo la cantidad de plancton que coronaba los metros anteriores.
La tribu, a lo largo de los senderos que conducían hacia la costa, se iba reuniendo. Todos buscaban lo mismo: una dosis de nitrógeno. El precio lo pagarían algunos con sus propios vómitos al estar poseídos por el mal del mareo. Muchos de ellos, y en previsión de las maldiciones que afectaban a algunos miembros de sus tribus, habían preparado brebajes, encargados al chaman. Estos brebajes se componían de un vasito de agua y una biodramina.
Entre los buzos se encontraba Sergi, un buzo convencido año tras año que debía asistir con el resto de la tribu a meterse su dosis de nitrógeno (aun estando acostumbrado a padecer el mal del mareo). Mediante un gran entrenamiento mental, que desarrollaría entre peaje y peaje de la autopista que le conduciría hacia las tierras sagradas, se había propuesto no marearse en la embarcación. La idea era no tomar el brebaje, y así fue, Sergi después de meterse el buceito del 15, haber cazado con su cámara P10 a innumerables peces, abandonaba la superficie y en ese momento ya le había poseído el mal del mareo. Inclinando los ojos hacia tras comenzó a llamar a Blas, -Blas, -Blas, una y otra vez. El resto de la tribu no dudó ni un momento en animarlo para que siguiera llamándolo:
– «No te preocupes Sergi, yo también lo he llamado alguna vez»
El tono de su piel ibérica se empalidecía por momentos, las contracciones de su estomago denotaban la posesión del espíritu del mareo. Después de unas horas todo volvió a la normalidad y con la fuerza que le caracterizaba no dudo en apuntarse para la inmersión del lunes prometiéndose a sí mismo que se tomaría el brebaje.
¡Qué locura! El lunes amaneció lloviendo aunque la mar estaba plana y nos llamaba a voces pidiéndonos que nos metiéramos en su sueño.
Sergi hizo acto de aparición. Algunos buzos de la tribu pospusieron el buceito al haberse levantado el día de esa manera, el resto acudieron al ritual.
Después de las presentaciones pertinentes ya estábamos en el agua.
Sergi con su arma en la mano se fue con Isidre en dirección el camello (entre el jardín y la red). Nosotros fuimos en dirección opuesta. En el fondo había una visibilidad muy buena. No habían pasado 10 minutos cuando Julio con su antorcha me indica que algo sucedía a unos 5 metros de mi. Al principio solo veo un montón de pequeñas piedras que rodean lo que se ha convertido año tras año en un refugio perfecto para pulpos que buscan nido, pero Julio no señala un pulpo está claro. La luz indica algo estático, a 50 centímetros de la madriguera del pulpo, es un maravilloso pez de San Pedro!!!. Su expresión de enfado al verme es la misma expresión que arrastra siempre.
El pez de San Pedro es blanco, aunque según su estado de ánimo puede cambiar a un tono más oscuro convirtiéndose en negro si se ve intimidado. En el centro del pez se hayan unas marcas oscuras a cada lado, dicen que son las huellas dactilares de San Pedro. Imaginad que queréis coger una tostada con dos dedos, pues ahí es donde tiene los puntos, uno a cada lado. La boca que tiene es extensible, llegando a doblar el tamaño del pez al estirarse para coger a sus presas.
Es un animal difícil de ver pues reacciona tarde a la presencia del buceador siendo cazado con facilidad por los arponetis. Se podría decir que es todo un lujo presenciar a tan magnifico pez.
La inmersión ya ha terminado y los buzos comienzan a llegar a superficie. Estoy esperando a Sergi a ver si le ha vuelto a poseer el espíritu del mareo. No se le había escurrido la cara del agua cuando precipitadamente empieza a decir:
– «Lo he grabado! Lo tengo! Le he hecho un video!, (me pregunto si la dosis de nitrógeno habrá sido muy alta)
– «¡He grabado un pez luna desparasitándose! (mi pez de San Pedro queda en un segundo plano)
Al ver el video alucino! El pez luna, primero del año, llega al arrecife, se para y empieza a dar marcha atrás. El movimiento es preciso. Su acercamiento invita a los peces limpiadores a nutrirse con los parásitos que se le han ido uniendo a su piel. Su ojo escruta alrededor buscando peligros. La emoción del momento hace no caer en cuenta a Sergi y a Isidre que cualquier movimiento de estos lo asustará perdiéndose en el azul en un abrir y cerrar los ojos. La grabación: excelente!
Esto deja constancia, una vez más, de que con la llegada masiva de plancton y medusas se encuentra un huésped que además de nutrirse de estas aprovecha para desparasitarse y así proseguir su camino sin sus molestos polizones.
– «Sergi. ¿Y el mareo qué?»
– «Ni me he enterado»
Buen buceo buzos,
Fran